Contaba con varios orificios en los que se introducía el lápiz y cada uno de esos agujeros tenían un tamaño diferente para poder afilar varios tipos de puntas. Hablamos de un sacapuntas que tiene alrededor de cien años y que ha ido evolucionando con el paso del tiempo y adaptándose a la era moderno con sacapuntas eléctricos. En estos se introduce el lápiz en su interior y se ejerce una pequeña presión para activar las cuchillas. Esto activa un pequeño motor eléctrico que se para cuándo se considera oportuno que ya está afilada la punta y se saca del aparato.